El primer trimestre de embarazo comienza con la fecha estimada de concepción –dos semanas después del último período- y representa las primeras 12 semanas de la vida del bebé en el útero. Durante esta etapa, el cuerpo trabaja para adaptarse al embrión en desarrollo y a la placenta.
El índice metabólico aumenta entre 10 y 25% por encima de lo normal, por lo tanto, las funciones corporales tienden a acelerarse. El ritmo de los latidos se incrementa, así como el de la respiración, porque la embarazada necesita enviar más oxígeno al bebé y exhalar más anhídrido carbónico.
Teniendo en cuenta estos cambios, la práctica de actividad física de forma constante ayuda a la futura mamá a regularizar el funcionamiento de su cuerpo, aportando gran cantidad de beneficios. Aumenta la resistencia, ayuda a mejorar la circulación sanguínea, otorga mayor tonicidad y flexibilidad a los músculos y previene frecuentes dolores dorsales y lumbares, que suelen provocarse por el desplazamiento del centro de gravedad hacia delante, debido al peso adicional del bebé que debe sobrellevar la embarazada.
Por otro lado, el útero aumenta su tamaño al principio del embarazo, pero este crecimiento se lo percibirá recién al final de este trimestre, cuando empiece a elevarse sobre el borde pélvico. El útero todavía está bajo en su pelvis, pero empezará a ejercer presión sobre la vejiga a medida que se agranda, y probablemente sentirá que debe orinar con más frecuencia.
En este sentido, otro de los beneficios que aporta la práctica de ejercicios físicos en el embarazo es la ejercitación del piso pélvico. Su tonificación mediante ejercicios de contracción y relajación posibilitará evitar molestias.
Es importante que la práctica de los ejercicios esté controlado por un/a profesor/a en Educación Física, quien será la persona encargada de realizar un seguimiento exhaustivo de cada mujer, teniendo en cuenta sus individualidades.
Prof. Mariela Villar (UNLP)
Directora de Espacio Activo- Embarazo Activo
www.eactivo.com.ar